jueves, 20 de diciembre de 2012

Cosmos, un viaje personal

Navegando por internet, me he dado cuenta de que hoy se cumple el aniversario de la muerte de uno de los más famosos y grandes divulgadores científicos del pasado siglo XX: Carl Sagan. Los más jóvenes es bastante probable que ni le conozcan y que sepan más de la vida de los protas de Gandia Shore y sub-productos similares que no sobre este señor, nacido en Nueva York en 1934 y fallecido en Seatte en 1996 hace hoy precisamente 16 años. Aquellos que ya tenemos una edad le recordaremos por siempre por, entre otras cosas, ser el conductor de la serie Cosmos, serie documental que, a principios de los años 80, divulgó la ciencia como pocos lo habían hecho hasta la fecha. Este programa llegó a cientos de millones de personas en todo el mundo durante su emisión, y sus posteriores redifusiones hicieron que fuera una de las caras televisivas más famosas del mundo. Yo le conocí (televisivamente hablando, por supuesto) a finales de los años 80, cuando su programa Cosmos era emitido por Televisión Española, la única televisión disponible en aquella época. Aunque no consiguió que me convirtiera en científico, sí que consiguió que me interesara, aunque fuese mínimamente, por la ciencia. Igualmente, me juego una bolsa de pipas de las gordas a que esta serie consiguió que no pocas personas se interesaran realmente por la ciencia y los viajes espaciales, cosas que eran abordados en cada capítulo de una manera amena y didáctica.

Es obvio que, visto con la perspectiva del tiempo, aquella serie nos parezca bastante antigua. Y ciertamente lo es, ya que estamos hablando del año 1980, cuando todavía no se habían descubierto un buen número de elementos que hoy están en la Tabla Periódica, cuando todavía no existía internet y los ordenadores eran unas máquinas de un tamaño gigantesco, eso por no hablar de que la mera existencia de los ordenadores personales era casi irrisoria (Apple había comenzado a comercializarlos menos de un lustro antes y no conocerían el éxito hasta que IBM no sacó el suyo al mercado poco después). Tampoco existían los modernos gráficos creados por ordenador a los que los modernos documentales científicos nos tienen tan acostumbrados, pero gracias a Sagan, muchos comenzamos a hacernos una idea de lo grande que era el universo y de que nuestro planeta es simplemente un punto azul dentro de un gigantesco enjambre de estrellas dispersadas en un espacio del cual es imposible hacerse una idea de lo grande que puede llegar a ser. También escuchamos por primera vez cosas como las leyes naturales, las cuales son las que rigen todo a nuestro alrededor.


Y es que, en una época en la que no existía internet y muchos menos cosas como la Wikipedia, esta clase de programas eran una buena herramienta para conocer el mundo que nos rodeaba, y aunque la ciencia y la tecnología no estaban tan avanzadas como lo están ahora, era una buena manera de comenzar a no creernos el centro del universo y colocarlos en el punto correcto, que no es otro que, en el caso de nuestra galaxia, en uno de los rincones más alejados del centro. También descubrimos, como ya dije anteriormente, que solamente somos un pequeño punto ubicado a saber en qué punto de un universo tan vasto que sería imposible imaginárselo.