jueves, 26 de julio de 2012

Museo de los Escritores de Dublín, Irlanda

Todos aquellos amantes de la literatura que viajen a Dublín no pueden dejar la posibilidad de pasar por el Writer's Museum. Aunque está algo alejado del centro, apenas se tardan algunos minutos en llegar caminando desde el Trinity College. En este pequeño, aunque agradable, museo, uno puede encontrar biografías y reseñas de los escritores más famosos que ha dado la pequeña isla. Literatos como Samuel Beckett, Oscar Wilde o Bram Stocker se dan cita en este lugar.

La visita en sí se da en dos partes. La primera consta de una visita por la biografía de los escritores de manera cronológica, desde tiempos pasados hasta nuestros días. Muchos nombres se nos presentan, algunos conocidos por el gran público, como Oscar Wilde, autor de, entre otras obras, La importancia de llamarse Ernesto o El retrato de Dorian Gray. También tenemos a Samuel Beckett, autor de la obra Esperando a Godot, escrita originalmente en francés y más tarde traducida al inglés por él mismo. El hecho de que escribiese esta obra en francés fue porque residió durante muchos años en la capital francesa. También nos "cruzaremos" con James Joyce, autor de una de las novelas más famosas del siglo, y cuya casa natal puede visitarse a unos pocos minutos caminando de este museo.

Otros personajes ilustres que uno puede encontrar en este museo son George Bernard Shaw o Bram Stoker, autor este último de la novela Drácula, calificada como una de las obras maestras de la novela de terror junto con otras como Frankenstein. Novela que, además, ha sido adaptada al cine en multitud de ocasiones con mayor o menor acierto, y que puso de moda el tema de los vampiros que tan buenos frutos ha dado con el paso de las décadas.

Entre los objetos que uno puede encontrarse durante su visita están algunos objetos personales, tales como el teléfono que Samuel Beckett tenía en su apartamento de París, el cual tenía un botón rojo para desconectarlo y un botón verde para conectarlo, lo cual hacía únicamente a unas horas que solamente sus amigos más íntimos conocían.

miércoles, 25 de julio de 2012

Castillos de Irlanda

En Irlanda hay muchos iconos reconocibles. Aparte de la Guinness y sus verdes paisajes, uno de ellos son sus castillos. No es exagerado decir que, cuando vayamos a Irlanda, no habrán pocos lugares donde nos encontremos con alguna de estas construcciones, al igual que en otros muchos lugares del vecino Reino Unido.

Como curiosidad, en algunos casos, aquellos que lo deseen pueden incluso casarse en uno de estos castillos. Dudo mucho que sea barato, aunque probablemente será una boda difícil de olvidar. Lo malo en este caso es que lo difícil de olvidar puede que sea tanto la boda en sí como lo que se haya tenido que pagar por hacer el enlace en uno de estos edificios.


Irlanda y el cine

Con el paso de los años, Irlanda ha sido el escenario de innumerables películas. En algunos casos, como El hombre tranquilo o Michael Collins, estaba claro que estaba rodada en Irlanda, aunque en otros casos, como en otros muchos en la historia del cine, sus ciudades y paisajes han sido simplemente un simple escenario de películas enmarcadas en otros lugares y épocas. Cualquiera que haya viajado a este pequeño país habrá podido reconocer en alguna película un paisaje o alguna parte de alguna ciudad. En la película Michael Collins, con Liam Neesson en el papel principal, podemos encontrar lugares como la General Post Office o la Prisión de Kilmainhan, además de otros muchos rincones de la ciudad, aunque Irlanda es mucho más que sus ciudades. Es también todo lo que hay entre ellas.



lunes, 9 de julio de 2012

Molly Malone


Cuando uno viaja a la capital irlandesa, Dublín, uno de los lugares donde es poco menos que obligatorio fotografiarse es junto a la estatua de Molly Malone, cuya estatua podemos encontrar muy cerquita del Trinity College, uno de los lugares más famosos de la ciudad y por donde más turistas pasan a lo largo del día. También está muy cerca de Grafton Street, calle peatonal donde el visitante puede encontrar infinidad de tiendas donde comprar todos aquellos recuerdos que quieran llevarse a sus respectivas casas. Este punto es un lugar donde diariamente, pero sobre todo en temporada alta, pasan multitud de personas, sobre todo turistas. Si en París la gente se fotografía frente a la Torre Eiffel, en Madrid junto a la estatua del oso y el madroño, en Dublín lo hacen junto a esta estatua.

Pero vamos al tema. Según cuentan las historias, Molly Malone fue una antigua vendedora ambulante de pescado en la ciudad de Dublín, capital de Irlanda, aunque, según cuentan las malas lenguas, por la noche también ejercía la prostitución por las calles de esta ciudad. Un noche, presa de unas graves fiebres murió, pero la leyenda cuenta que su espíritu todavía puede verse y oírse por Dublín empujando su carro y gritando aquello de "¡MEJILLONES Y BERBERECHOS VIVOS!". Yo he estado varias veces en Dublín y no la he visto, aunque, quién sabe si cualquier día, cualquiera de nosotros puede verla.

Con el paso de los años se le dedicó una estatua en la céntrica calle de Grafton Street, uno de los puntos más concurridos de la capital irlandesa. No son pocos los turistas que no pueden resistirse a hacerse una fotografía con ella.

La canción
La historia de la pescadera obtuvo tanta fama que incluso se compuso una canción en su honor. Con el paso de los años se ha convirtiendo en todo un clásico, convirtiéndose algo así como en el himno oficioso de la ciudad de Dublín, pudiendo escuchar muchas en muchos de los numerosos pubs que hay repartidos por la ciudad.

Letra
In Dublin's fair city,
Where the girls are so pretty,
I first set my eyes on sweet Molly Malone,
As she wheeled her wheel-barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cookles and mussels, alive, alive, oh!"
"Alive, alive, oh,
Alive, alive, oh",
Crying "Cockles and mussels, alive, alive, oh".
She was a fishmonger,
But sure 'twas no wonder,
For so were her father and mother before,
And they each wheeled their barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive, oh!"
(chorus)
She died of a fever,
And no one could save her,
And that was the end of sweet Molly Malone.
Now her ghost wheels her barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive, oh!"
(chorus)