Es obvio que, visto con la perspectiva del tiempo, aquella serie nos parezca bastante antigua. Y ciertamente lo es, ya que estamos hablando del año 1980, cuando todavía no se habían descubierto un buen número de elementos que hoy están en la Tabla Periódica, cuando todavía no existía internet y los ordenadores eran unas máquinas de un tamaño gigantesco, eso por no hablar de que la mera existencia de los ordenadores personales era casi irrisoria (Apple había comenzado a comercializarlos menos de un lustro antes y no conocerían el éxito hasta que IBM no sacó el suyo al mercado poco después). Tampoco existían los modernos gráficos creados por ordenador a los que los modernos documentales científicos nos tienen tan acostumbrados, pero gracias a Sagan, muchos comenzamos a hacernos una idea de lo grande que era el universo y de que nuestro planeta es simplemente un punto azul dentro de un gigantesco enjambre de estrellas dispersadas en un espacio del cual es imposible hacerse una idea de lo grande que puede llegar a ser. También escuchamos por primera vez cosas como las leyes naturales, las cuales son las que rigen todo a nuestro alrededor.
Y es que, en una época en la que no existía internet y
muchos menos cosas como la Wikipedia,
esta clase de programas eran una buena herramienta para conocer el mundo que
nos rodeaba, y aunque la ciencia y la tecnología no estaban tan avanzadas como
lo están ahora, era una buena manera de comenzar a no creernos el centro del
universo y colocarlos en el punto correcto, que no es otro que, en el caso de
nuestra galaxia, en uno de los rincones más alejados del centro. También
descubrimos, como ya dije anteriormente, que solamente somos un pequeño punto ubicado
a saber en qué punto de un universo tan vasto que sería imposible imaginárselo.